miércoles, 25 de julio de 2018

Crepuscular.

Las estelas de los aviones fingen ser nubes
y el ocaso se atenúa en naranja y violeta;
y yo aquí, solo, sosteniendo una cerveza,
que quise regalarte en primavera
y nunca pude.

Esta primavera en el hastío me ha traído demasiadas tormentas.
Y la pasión queda después,
cuando la humedad del aire me refresca
pero el amor sigue alterado bajo la piel;
cuando el ocaso tiñe de naranja y violeta
un verano de cerveza, tinta y quinqué.

martes, 17 de julio de 2018

El increíble, mi maestro.

Firmaría cada uno de tus versos
sin perder la compostura en cada paso;
luchando por tu miedo
sin derecho de admisión,
emborrachando al corazón
con el agua escondida entre tus manos.

Tu credo me lo creo
ya que no hay nada que perder
en estas pocas frases que no llegan a cien;
a mi aire
me inspiro sobre el margen de la piel
cuando el pan para el hambriento llega
y navegas por mis venas
entre barcos de papel.

Y yo este poema te lo debo
porque escucharte es un orgasmo;
cada noche anochezco con tus nanas,
cantando, perdonando,
cosiendo y agradeciendo
a las flores de cerezo del mañana.

Solo me queda una plegaria en estos versos:
seguir naciendo en la traición de tus poemas,
que la primera del plural no me haga caso
y que mis letras
las sigan inspirando tus canciones.

jueves, 12 de julio de 2018

De musas y greguerías II.

Más vale soltar el pájaro que tenerlo en la mano.
-Ramón Gómez de la Serna-

Soy un pájaro.
Sí. Fui una de esas oscuras golondrinas
que volvía en primavera para verte florecer;
fui un mirlo esperando el crepúsculo en tu puerta
para cantarte poesías;
quise ser cigüeña
para emigrar al invierno de tu piel,
porque joder,
en cada uno de tus pliegues se intuye verano;
fui águila imperial,
pretendiente de todos tus estados
unidos en mis versos;
fui un simple gorrión afincado
en las cornisas de tus andares;
fui urraca persiguiendo el charol
de tus vicisitudes,
de tus altos y tus bajos,
de tu mente y su perfume;
fui halcón cuando te vi a lo lejos;
fui canario y fui jilguero,
describiendo melodías con mis dedos.

Fui todos ellos,
y ahora ya no sé
si soy un cuervo temeroso,
una paloma desterrada
por defender la guerra entre tus labios,
o yo que sé.

Fui todos ellos en tus manos
y ahora me has soltado,
cayendo en una jaula
con la puerta abierta
de la que no se cómo escapar.
O yo que sé.

martes, 3 de julio de 2018

Hasta que alguien me quite la piel y no la ropa.

A veces hay que pasar de todo 
para poder ver lo que realmente importa;
cerrar la puerta de la habitación,
gritar a solas
y escuchar el silencio que se acomoda
en el cielo de la boca cuando suena el desamparo.
Ponerse frente al espejo y desnudarse,
quitarse la barba y afeitarse el pelo,
cerrar los ojos y borrar los tatuajes de la piel,
maquillar las cicatrices del cuerpo
y dejar que las del alma griten
de nuevo
               en silencio
y sin dejar que nadie las descubra,
               de momento.