viernes, 3 de abril de 2020

Salada peregrina.

Siempre me lo reprochó
antes de su muerte,
la gota de sudor suicida
de mi frente
me dijo:
tengo en cuenta todo lo que he visto, viejo,
pero morir con este sol no era mi paraíso.
Y entonces recordó
toda su travesía.
Partió del valle entre montañas
que cambian de cota,
cayó por un sendero
a un antiguo estanque
que siempre luce verde
con poca esperanza.
Fue entonces cuando subió
al pico más alto
y se dio cuenta
de que todo su mundo
miraba al revés.
Caída de suicida sin arnés
ni cuerda,
a tomar el sol en playas de terrazo y gres.
Pero antes de perecer
siguió con su reproche,
me dijo que el sofá
que hay en mis labios era su ilusión.
Le pregunté el motivo,
y sin deseo de agravio,
me dio todo su brillo y su conclusión:

"He visto quién se sienta en esos labios
 y solo pretendía poder rozar su piel,
 hacer de su figura otra travesía
 y sumarme a una gota del valle de miel."

Y así se fue esta salada peregrina,
de brillo en la mirada
y versos de evaporación,
pero me dejó la lección
bien sabida.
Mi sudor
tiene que morir
en tu sudor.