domingo, 10 de mayo de 2020

Nómadas.

Durante el camino
he comprendido
que no tengo hogar
sino lo que va conmigo,

y al llegar al lugar
a donde voy, construyo
enormes castillos
de mármol blanco y humo,

y no soy consciente
de esa frágil consistencia,
y de que no soy
suficientemente fuerte
como para sostener
un hogar que no me pertenece.

Nunca fui un buen amante,
un buen carnal, un buen amigo,
nunca digo si me voy
justo antes
de contar conmigo.

Pero llego a este lugar
de alegorías silvestres
y mieles, y salidas de autovía,
y efectos infinitos,
y albores y fragancias
de noches, y miradas,
y ofrecimientos a beber
de una fuente que no se acaba
ni pretende hacerlo.

Y ahora sé
que tengo que seguir mi camino,
que quiero ser carnal,
amante y amigo
errante bebedor de tu fuente nómada.

En este lugar he comprendido
que mi camino
es lo que construye mi hogar
y que mi hogar no es
sino camino contigo.

viernes, 3 de abril de 2020

Salada peregrina.

Siempre me lo reprochó
antes de su muerte,
la gota de sudor suicida
de mi frente
me dijo:
tengo en cuenta todo lo que he visto, viejo,
pero morir con este sol no era mi paraíso.
Y entonces recordó
toda su travesía.
Partió del valle entre montañas
que cambian de cota,
cayó por un sendero
a un antiguo estanque
que siempre luce verde
con poca esperanza.
Fue entonces cuando subió
al pico más alto
y se dio cuenta
de que todo su mundo
miraba al revés.
Caída de suicida sin arnés
ni cuerda,
a tomar el sol en playas de terrazo y gres.
Pero antes de perecer
siguió con su reproche,
me dijo que el sofá
que hay en mis labios era su ilusión.
Le pregunté el motivo,
y sin deseo de agravio,
me dio todo su brillo y su conclusión:

"He visto quién se sienta en esos labios
 y solo pretendía poder rozar su piel,
 hacer de su figura otra travesía
 y sumarme a una gota del valle de miel."

Y así se fue esta salada peregrina,
de brillo en la mirada
y versos de evaporación,
pero me dejó la lección
bien sabida.
Mi sudor
tiene que morir
en tu sudor.

lunes, 25 de noviembre de 2019

El café.

De tanto despedirnos
tenemos sed,
y solo el café
palia nuestras ansias.

Brindamos nuestro frío
a los desayunos en casa,
a los paseos pasada la media noche,
a nuestras ganas
de beber.

Y es que este frío,
nuestro frío,
de esperanza
y de derroche, es de esos
retorcidos fríos
que solo pasan una vez;
silenciosos fríos
que se asimilan con calma.
Nuestro frío es
un incongruente frío
que solo invita a la desnudez
de cuerpo y alma.

lunes, 14 de octubre de 2019

Quizá, no sé.

Un despiste en el pasado
en una de esas noches de aniversario;
un mal menor, dentro de lo que cabe;
un error inevitable
que pudo haberse evitado;
unos hechos que son pasado.

El tiempo pasa
y los fracasos posan
junto a los pecados.

Y ahora,
un burdo chiste fuera de contexto;
un reloj dónde nadie mira la hora;
un cuadro olvidado
y vestido de carcoma;
un amigo impuesto,
de desazón oxidado;
un corazón mal dibujado
en la pared como anécdota de un paseo.

Miro en el espejo
y allí me encuentro,
pero miro en el papel
y, quizá, es a mi Dorian Gray
a quien veo.

lunes, 30 de septiembre de 2019

En mi casa.

Nací con la esperanza
incrustada en la mirada;
jugaba con castillos de humo rancio
y pelotas de goma de neumático,
soñaba lo contrario a lo correcto
y trataba de amarrar este sueño
a la ilusión de un alma
que ya no brama.

Un día mis ojos
fueron la esperanza de mi casa,
aunque este cuerpo no.
Ahora, de todo aquello,
solo queda el verde en mí,
y en mi alrededor,
en mi casa,
ya no queda nada.
Ya no queda,
en mí,
la esperanza incrustada en la mirada.

miércoles, 29 de mayo de 2019

No me asusta morir solo.

No me asusta morir solo.
Porque un buen amigo me dijo,
un día, que era como él.
Que soy de los que viven en el filo,
beben en los parques
y viven solos sin por qués
Es cierto,
estoy siempre riendo,
con los brazos medio abiertos 
y con besos a deber.
Es cierto,
mi cuerpo siempre viste
ese alegre desdén triste
de cómico abatido y sin fe.
Es cierto,
no me asusta morir solo,
porque ya se vivir solo
y eso duele tanto como el ayer. 

domingo, 31 de marzo de 2019

Vacío.

Extraño. No sé muy bien a quién o lo qué.
Como el reo que olvida el por qué de su condena,
así me encuentro,
olvidado juez de mi mismo en el páramo yermo
de esta pena, penita, pena.
Barbecho pisoteado en las entrañas,
que ni los rebaños vienen ya
a alimentarse de carroña,
ahora que no queda trigo limpio
y las lluvias se prevén ácidas.
Extraño. En el espejo ya no se ve nada
y quizá sea eso,
que ya no quedan ilusiones,
que ya no queda ni esperanza.