lunes, 25 de noviembre de 2019

El café.

De tanto despedirnos
tenemos sed,
y solo el café
palia nuestras ansias.

Brindamos nuestro frío
a los desayunos en casa,
a los paseos pasada la media noche,
a nuestras ganas
de beber.

Y es que este frío,
nuestro frío,
de esperanza
y de derroche, es de esos
retorcidos fríos
que solo pasan una vez;
silenciosos fríos
que se asimilan con calma.
Nuestro frío es
un incongruente frío
que solo invita a la desnudez
de cuerpo y alma.

lunes, 14 de octubre de 2019

Quizá, no sé.

Un despiste en el pasado
en una de esas noches de aniversario;
un mal menor, dentro de lo que cabe;
un error inevitable
que pudo haberse evitado;
unos hechos que son pasado.

El tiempo pasa
y los fracasos posan
junto a los pecados.

Y ahora,
un burdo chiste fuera de contexto;
un reloj dónde nadie mira la hora;
un cuadro olvidado
y vestido de carcoma;
un amigo impuesto,
de desazón oxidado;
un corazón mal dibujado
en la pared como anécdota de un paseo.

Miro en el espejo
y allí me encuentro,
pero miro en el papel
y, quizá, es a mi Dorian Gray
a quien veo.

lunes, 30 de septiembre de 2019

En mi casa.

Nací con la esperanza
incrustada en la mirada;
jugaba con castillos de humo rancio
y pelotas de goma de neumático,
soñaba lo contrario a lo correcto
y trataba de amarrar este sueño
a la ilusión de un alma
que ya no brama.

Un día mis ojos
fueron la esperanza de mi casa,
aunque este cuerpo no.
Ahora, de todo aquello,
solo queda el verde en mí,
y en mi alrededor,
en mi casa,
ya no queda nada.
Ya no queda,
en mí,
la esperanza incrustada en la mirada.

miércoles, 29 de mayo de 2019

No me asusta morir solo.

No me asusta morir solo.
Porque un buen amigo me dijo,
un día, que era como él.
Que soy de los que viven en el filo,
beben en los parques
y viven solos sin por qués
Es cierto,
estoy siempre riendo,
con los brazos medio abiertos 
y con besos a deber.
Es cierto,
mi cuerpo siempre viste
ese alegre desdén triste
de cómico abatido y sin fe.
Es cierto,
no me asusta morir solo,
porque ya se vivir solo
y eso duele tanto como el ayer. 

domingo, 31 de marzo de 2019

Vacío.

Extraño. No sé muy bien a quién o lo qué.
Como el reo que olvida el por qué de su condena,
así me encuentro,
olvidado juez de mi mismo en el páramo yermo
de esta pena, penita, pena.
Barbecho pisoteado en las entrañas,
que ni los rebaños vienen ya
a alimentarse de carroña,
ahora que no queda trigo limpio
y las lluvias se prevén ácidas.
Extraño. En el espejo ya no se ve nada
y quizá sea eso,
que ya no quedan ilusiones,
que ya no queda ni esperanza.

jueves, 7 de marzo de 2019

Esta noche escribo desde mi cama.

Esta noche escribo desde mi cama
pero las sábanas están vacías.
No hay mucho que decir.
Solo es una llamada de atención
hacia uno mismo,
un lamento más de palabra
y corazón,
más de corazón que de palabra.
Las sábanas están vacías
y no de nadie,
sino de mi.
Esta noche escribo desde mi cama.
Y este amasijo de carne
y huesos remendados está aquí,
pero yo no.

lunes, 25 de febrero de 2019

Quinceañero.

Hoy he vuelto a ser un quinceañero con diecinueve.

He vuelto a tener miedo y frío en unos ojos que no eran míos,
y me he visto en la contradicción de esconderme en ellos.

Hoy he vuelto a escribir como cuando empecé,
sin filtros,
sin métrica,
sin rima,
sin ritmo.

Caótico.

Ahora luchar contra uno mismo es una cruzada de dudoso sentido
por eso de que luchar por un Dios nunca ha sido lo mío
si no tiene algo que ver con el amor.
Así que me retracto y me pongo en duda.

Hoy soy un quinceañero,
duda en estado puro sin adulterar,
con la ignorancia como hija ilegítima,
con el pantalón ardiendo y la cabeza en las nubes,
los pies clavados y las manos escribiendo uno de mis poemas de ojalá.

Caótico.

Y todo
porque me has mirado
y me he contradicho en tus ojos.


miércoles, 9 de enero de 2019

¿AIWFC? Villancico de después de Navidad.


Veinte de diciembre,
abro Instagram y ahí aparece:
parejita de dos meses y un para siempre
que durará tres o cuatro polvos más (con suerte).
"All I want for Christmas is you"
y un par de corazones.
Pasa inadvertido.

Día veintitrés y son ya veinticuatro
las veces que he visto la frase 
en el mismo lugar.
Foto de postal
y un besito en la mejilla;
corazones que no falten, porque
"All I want for Christmas is you".

Día veinticinco familiar,
es decir, de estar en el salón de casa
sin apartar la mirada del teléfono
y subir fotos a Instagram:
que si la comida, el árbol,
a mamá y la abuela con el delantal,
los regalitos de Papá Noel,
al perro, al gato,
a tu padre tirado en el sofá,
a tu hermano y hasta a una jodida gamba
que has pensado apadrinar.
Y debajo de la gamba:
"All I want for Christmas is you".

Día treinta y uno melancólico-festivo,
noche de foto en sitio elegante,
corbata y tacón. En Instagram:
"All I want for Christmas is you".

Día uno de ilusiones y resacas,
foto con el pijama:
"All I want for Christmas is you".

Día cinco de cabalgata, cena y roscón,
foto con la sorpresa entre la nata:
"All I want for Christmas is you".

Día seis, 
árbol hasta arriba de regalos,
lágrimas por tener el último smartphone del mercado
y foto familiar...
Pero también regalo de pareja,
anillo y caja con fotos juntos
(que a lo mejor les faltan),
y ahora sí:
"All I want for Christmas is you".

"All I want for Christmas is you".
"All I want for Christmas is you".
"All I want for Christmas is you".

"All I want for ... 
¿qué?
"All I want for ...¿cuándo?
"All I want for ...¿cómo?

Yo no quiero que aparezcas vestida de regalo
ni con un lazo en la cabeza en mi salón,
yo no te quiero por Navidad,
yo no te quiero como deseo de catálogo,
yo no te quiero como lotería, tampoco,
porque yo no te compro,
yo te quiero
                   sin más.

¿"All I want for Christmas is you"?

Y una mierda.

All I want for everyday es que dejéis de haceros fotos
y viváis y améis de verdad.