martes, 12 de junio de 2018

Fotofobia.

Me da miedo la luz.
Es triste reconocerlo
y difícil de digerir,
aunque esto viene de lejos.

Cuando pesa el aire empiezo por bajar las persianas,
y el flujo que respiro es ya caliente,
porque la alevosía de mi nocturnidad
es la brisa que abrasa en verano;
y espero a ese momento crepuscular
en que el deslumbrar subyacente del ocaso se atenúe,
como la vela que decae
y cuya llama calienta, pero no luce.

Cuando el papel se torna gris,
y el silencio describe sonatas
sobre el piano del tiempo,
recorro sobre el lápiz el matiz
del bemol que sostiene mi lamento.

Cuando el tacto frío de la piel
contra uno mismo
se reduce a creer que estoy vivo.

Cuando la gravedad sea relativa
y el vacío me persiga
allá dónde el verso esté.

Cuando me desvista
y empiece a ver un plan de huida,
y mis ojos solo luzcan color negro.

Cuando sea de noche y pueda salir corriendo
para esconderme
                            (o perderme)
sin remedio.

Entonces te diré que te quiero,
porque le temo a la luz
que me haga ver que puedas salir corriendo.

domingo, 3 de junio de 2018

Manifiesto sobre la muerte. Filosofía barata I.

Quizá las palmadas que nos dan al nacer solo son de ánimo, de <<chaval, aquí no hay manual de instrucciones>>, y la única certeza real desde el instante en que nacemos es la muerte.
Quizá crezcamos durmiendo ocho horas y comiendo cinco veces al día, y haciendo un poquito de deporte en las horas libres al salir del trabajo o de estudiar. Y puede que creamos que ese es el camino correcto ya que la sociedad que nos ha tocado sufrir así lo dicta.
Quizá nos pongamos metas como hacer dieta <<porque quiero lucir palmito en verano>> o tener buenas notas <<porque tengo que entrar en esta carrera>>.
Quizá estudiamos casi la mitad de nuestra vida << porque así tendré trabajo y un sueldo a fin de mes>> y damos vueltas y palos de ciego rodeando heridas de vida.
Quizá no solo podamos morir una vez. No sé si creo en Dios, pero sí en el alma, y sé que la mía está viva cuando me duele, cuando las heridas de vida vienen de frente y no las esquivo.
Quizá la vida del alma sea inversamente proporcional a la física. Y con suerte, con mucha suerte, solo te morirás una vez: eso depende de ti. Si vas de frente, tu cuerpo se agotará,  el alma se llenará de heridas, y la sangre que se derrame describirá el camino que recorriste y quedará impreso como señal de vida. Pero quizá decidas rodear cuchillas, autoengañándote entre las curvas que describas, y solo quizá pero muy probablemente te dejes el alma en una de ellas: muerta, inerte, sin metas ni expectativas. Y solo te quedará seguir deambulando con tu cuerpo hasta que el tiempo te lleve bajo tierra.
Quizá la vida en sí  no tenga sentido, así que quizá cada cual le tiene que dar el propio, la huella que quiera (o no) dejar en este instante de universo.
Todo esto son suposiciones, cada cual que saque su propia vida, perdón, su conclusión.