miércoles, 30 de diciembre de 2015

Balance.

Es enero, y todavía no existo. Solo soy un pobre desgraciado que busca un ápice de calor en aquellos labios que reniegan de mí, y se aprovechan de lo imbécil que es uno mismo intentando querer.

Febrero siempre es jodido. Siempre manteniéndose en sus catorce. Yo, como no, siempre he vivido en mis trece. Quizá por eso hemos coincidido los dos en el veintisiete, quizá he nacido entonces, siempre movido, motivado por unos ojos que he mirado de soslayo desde hace un año, rompiendo cartas que jamás he escrito, terminando viajes a Miami, naciendo en vidas que no he conocido hasta ahora, escribiendo a soledad con la mayor de sus sonrisas, a mi lado.

Quizá demasiado ventoso, marzo me ha quitado la desgana de hablar, me ha ofrecido un alto cargo en la más modesta de las ironías, me ha hecho escritor, y como no, me ha dado una musa que he aceptado sin pensarlo dos veces, pensando equivocado, para variar, que su mirada es lo más oscuro que voy a encontrarme a partir de ahora. Y soledad, sigue aquí, conmigo.

Llueve sobre mojado, ya sabéis cómo es abril y la manía que tiene de dejar puertas abiertas, de dejarme caer al vacío y no llegar nunca a mi rescate. Estoy perdido, y la única certeza que me queda es que soledad no abandona de cualquier manera, y se empeña en dormir a mi lado hasta que aprenda.

No ha llegado tan florido y hermoso como se esperaba, pero si es cierto que no hay tanta hermosura junta como en la sonrisa de mamá en su día. Pero los días pasan y me sigo preguntando por qué cojones nadie me ha querido robrar el mes anterior, sigo buscando lazos que unan miradas a dos centímetros y antónimos que se quieran de vez en cuando. O para siempre.

Quiero huir de este sol que siempre trae junio bajo el brazo, pero sólo quiero huir con la oscuridad de la piel de mi musa voluntaria. No soy capaz -ni con tres culines de sidra de más- de decir lo que siento, de tocar la oscuridad con mis dedos, y si se deja, con mis labios. La oscuridad no es fácil de atrapar, y mientras, sigo luchando en frentes abiertos que había abandonado por no ser capaz de ver que una batalla perdida es una posterior ganada. Yo preocupado por mis mierdas, y mientras, mi imPulso llora por no ser querida como ella quiere.

Y es que realmente no tengo ni idea de que cojones hace julio para que mi instinto y mi insomnio sean productos de un hipotético principio alternativo a mí, no se por qué me hace malhablado y me obliga a llamar hipócritas a todos aquellos que usan el nombre del amor en vano, sin sentirlo, sin sufrirlo. Para variar, soledad sigue durmiendo en mi cama.

Hace calor. Agosto me ha traído a Rayden y Hovik para poder seguir viviendo, para suturar heridas y olvidar. Nunca me gustó demasiado el verano, agosto ha hecho estragos en mí.

Sigo con batallas personales, con mis sueños destruidos y mis alas rotas, sigo en pie quizá hoy sí, por instinto. La fiesta y mis ganas de olvidarlo todo, me está dejando sin versos, sin musas. Sin quererlo o quizá queriendo estoy dejando de querer a diestro y siniestro, estoy optando más por mí y menos por la lágrima fácil que provocan unas caderas ansiadas en manos de un idiota. Soledad se va, por fin, y no tiene sustituta, no se si es bueno o malo.

He desaparecido. Nadie me ha buscado hasta mediados de octubre. Y he vuelto, no sé si con menos sentimientos, o con más experiencia. He vuelto, si, más borracho que de costumbre y con la incertidumbre de no saber a que tren lanzarme sin miedo de caer en sus vías. Aunque sé que uno de ellos me guarda asiento en el mejor de sus vagones.

El día en el que todo  muere, noviembre me regala la primera persona del plural, me pierde en la segunda del singular, me quita la paz, y yo, sigo contestando con poesía. Esta vez, con más ganas que nunca, porque poesía por fin ha venido a visitarme en una sonrisa, y una mirada que mantiene en pie a este coloso en ruinas.

Doce. Diciembre siempre es el último, aunque ha conseguido que cupido baje y vea que por fin soy parte de un nosotros, que tengo una relación de amorordio eterno entre tu culo y mi cuello.

Que ya me tocaba a mi escribir realidades y no sueños que no se iban a cumplir.


Gracias a todos los que me habéis apoyado y leído, a Pauu, a mi Peque, a Ross, a Natalia,, a H, a Cece, a tantos y tantas que habéis sido verso, a todos los que nunca dieron nada por mí.

sábado, 26 de diciembre de 2015

Amorodio.

Hablemos de miradas,
no de ojos.
Hablemos de sonrisas,
no de bocas.
Hablo de sus caderas al caminar,
de la relación de amorodio de su culo con mi cuello.
Hablemos de presente,
el pasado se olvidará, y el futuro está por venir.
Escuchemos antes de hablar,
hablemos de escuchar y nadie escuchará,
rompamos el silencio establecido sin hablar.
Hablo de dejar de hablar,
de escuchar las miradas,
de rompernos el cuello mirando andares,
de juntar sonrisas,
y romper el silencio
con un beso.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Tú y tu manía de hacerme sonreír.

He hablado tanto de tus ojos,
he soñado tanto con tu mirada,
he sentido tantos con tus labios,
he buscado tantas veces tu figura en Poesía,
que ahora me doy cuenta
de que Poesía nunca fue justa
ni con tus ojos,
ni con tu mirada,
ni con tus labios.
Hasta hoy.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Vagón 11, asiento 1.

Hablando de trenes, finalmente decidí lanzarme al último que pasaba por esta vía. Arriesgué demasiado quizá, pero parece ser que el sol empieza a salir por las mañanas, y que la noche se hace menos de rogar si estoy contigo. Puede que la Luna nos espíe, y que las estrellas nos arropen, puede que el asfalto nos separe, y que el frío de cuatro paredes nos una, puede que la luz se haya parado a pensar en la oscuridad y me haya regalado el tiempo justo para susurrarte al oído antes de que amanezca que te quiero. Puede que este no sea el cuento de hadas, de princesas, de brujas, de manzanas, de príncipes y enanos, de principios o de finales. Puede que yo no sea príncipe ni principio, ni siquiera enano, pero puedo puedo ser quien te duerma cada noche con historias reales que nunca sucedieron y que sólo nosotros podamos recrear.
Hablando de trenes, hice bien en arriesgar.

martes, 1 de diciembre de 2015

Que baje cupido y lo vea.

Tras tanto mirarte, he encontrado la última llave que abre un corazón roto y oxidado que ahora late a cada movimiento de tu andar, de tus caderas. La razón me dice que estoy loco, que solo queda un mínimo golpe ahí dentro para que todo se rompa en mil pedazos, pero es que es tan locura lo de tus caderas, tan poesía lo de tus labios y tus piernas, tan vulnerable mi sonrisa y mi pecho, que llegará el día en que mi sonrisa y mi locura se alíen y no sepan sonreír ni querer en unas piernas o unos labios que no sean los tuyos. Llegará el día en que mi piel y tu piel sólo sean una y el baile inquieto de tus dedos use la pista de baile de mi espalda, para bailar el último vals antes del amanecer. Seremos uno, con tus cualidades y mis defectos, con mis caídas y tu manera -única- de levantarte, con tus manías y mis absolutas gilipolleces, pero sobre todo, con tu poesía y mis eternas ganas de escribirte. Yo no quiero tiempo a tu lado, no quiero momentos inertes que alimentan fotografías en redes sociales. Yo quiero eternidades capaces de sacar una instantánea en el momento en el que menos te lo esperes. No quiero vivir contigo a nosecuantos metros sobre el cielo. Eso está muy visto. Quiero vivir en nuestra primera del plural, en tu segunda del singular, quiero decirte que si esto no es quererte, que baje cupido y lo vea.