lunes, 25 de noviembre de 2019

El café.

De tanto despedirnos
tenemos sed,
y solo el café
palia nuestras ansias.

Brindamos nuestro frío
a los desayunos en casa,
a los paseos pasada la media noche,
a nuestras ganas
de beber.

Y es que este frío,
nuestro frío,
de esperanza
y de derroche, es de esos
retorcidos fríos
que solo pasan una vez;
silenciosos fríos
que se asimilan con calma.
Nuestro frío es
un incongruente frío
que solo invita a la desnudez
de cuerpo y alma.