lunes, 17 de diciembre de 2018

(Sin título) Inédito en Valdemoro.

Aquí estoy,
sin mucho más que decir, por ahora.
Puede que haya agotado las palabras diarias
de cagarme en todo.
Las ganas no.

Aquí estoy,
sin un poema digno del momento;
sin un poema social,
actual
ni de amor.
No tengo más que esta vaga habilidad
de divagar para que siga
                                         corriendo
el tiempo.

Aquí estoy,
sin nada por lo que jugarme la vida, esta noche,
quizás.
Sin fe en los milagros de madrugada,
sin absolutamente nada
más que delirar.
Sin fantasías erótico-festivas,
sin tatuajes de tequila y sal.
Sin agotar el tiempo establecido
pero con todos los pecados cometidos,
dispuestos,
para el momento del juicio final.

Aquí estoy
sentado en el bordillo del éxito
por el simple motivo
de que me escucháis.
Sin una puesta en escena clara,
tan solo con la palabra
como emperatriz de este show.

Aquí estoy,
con ganas ya de irme,
de que estas palabras dejen de ser mías,
de emplear la brevedad como ideal,
de dejar este hilo de voz en vuestras cabezas
y huir sin terminar.

Esto me viene grande.

Yo solo traigo mi voz
y unos papeles sucios de palabras.
Ni siquiera sé moverme en el escenario,
ni siquiera sé
qué hago a nosecuantos kilómetros de mi casa
recitando poemas de ojalá.

Yo no quiero escribir los versos más tristes esta noche,
no,
eso ya lo hizo el gran Chileno;
yo lo único que pretendo
es el murmullo de vuestras miradas
y de vuestros corazones,
el silencio de vuestros alientos
y el estruendo de vuestra piel
si consigo que sintáis,
al menos,
una pequeña parte
                              de lo que recito.