martes, 8 de mayo de 2018

Heridas en los pies.

Niño que estrena zapatos,
escaparate de temores
llorando entre actos,
atónito reflejo
de aquello que esconden
las grietas del desierto
que queda en mis labios.

Después del asfalto
hay que pisar en barro,
hundirse entre la mierda
y reflotar del fango,
atarse los cordones
y limpiar el lodo,
cerrar la puerta
y seguir sangrando.

Suelas desgastadas
no de cualquier modo,
costuras reventadas
de asaltar peldaños,
la piel se deteriora
y me dice que ya es hora
de reflejar al mundo
cuáles son los daños.

Niño, estrenabas zapatos,
pero el kilometraje
ha resultado el pacto
entre la multitud
de todas tus verdades
y su similitud
con todos tus pecados.

Sigue caminando
aunque vayas desnudo,
que no quedan zapatos
ni miel en los labios;
sigue,
sigue caminando, amigo,
sigue,
que el dolor
                     no pueda contigo, sigue,
que las heridas ya no duelen
cuando vas descalzo.

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