miércoles, 16 de mayo de 2018

Cobarde.

Estoy tan perdido que ya no encuentro ni mis versos,
no recuerdo el camino hasta este punto
y no intuyo los poemas
que me puedan salvar.

No sé defenderme de mi mismo
ni delante de los demás,
así que resisto la apnea de mis letras
concentrando materia y miedo
para que detonen tinta
y seguir en silencio;
he aprendido a gritar en el folio,
y hablar se ha convertido
en una utopía del tiempo
que me queda por latir.

El ruido de las pisadas de los pajaros
me acompaña,
porque aún escribo los "te necesito"
que debería decir a la cara.

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