domingo, 4 de junio de 2017

Mis más sinceras disculpas.

Siempre seré nadie y los domingos me lo recordarán con su indiferencia, los lunes con su desdén, los martes con su rutina, los miércoles con desgana, los jueves sin esperanza, los viernes alcoholizados y los sábados de resaca.

Siempre seré nadie y el cielo lo supone en su gris terciopelo, y el sol en su tenue deslumbrar, y la lluvia en su violencia, y la calle, empapada, con su olor a asfalto desgastado.

Siempre seré nadie y lo sé cuando veo tu sonrisa y tu mirada que no me mira, que dejó mis íes sin puntos y la ilusión huyendo tras el humo de tus cigarrillos. No maldigo tu marcha tanto como no conocer el verdadero por qué, o esa sensación que tengo de rabia por no saber si tú también la sientes o si, como aparentas, te da igual. Lo que de verdad maldigo es no saber si a ti el vacío también te ha invadido el lado izquierdo, o si sólo fui un pequeño dolor de muelas que has disipado hasta que te la extirpen. Lo que de verdad me duele es la aparente indiferencia, joder. Ya hablo claro. Porque sé que me vas a doler muchos versos, tantos como abrazos y tequieros me hubiera gustado decirte en el lado izquierdo de tu cama, y también sé que probablemente no leas esto, y que si lo haces, comprendo que quieras seguir evitando cruzar palabras y miradas conmigo. Y te pido perdón. Sí, te ofrezco mis más sinceras disculpas por seguir queriéndote, lo siento, de verdad que lo siento.

Siempre seré nadie y mi pecho, vacío, me lo grita a cada instante.

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