jueves, 28 de enero de 2016

Aspirante a hombre.

Nací con una sonrisa de oreja a oreja; con el agua del Pacífico en mis ojos; con un rubor, exagerado quizá, con ilusión.
Me han partido la sonrisa más veces de las que la tinta en un papel haya visto reflejadas, mis ojos tomaron el color del Mediterráneo, y no me avergüenzo de ello, tengo una mirada cálida según dicen, aunque no siempre estoy convencido de ello. Mi piel ha dejado en la infancia ese tono rosa en mis mejillas, aunque no te voy a engañar, sigo cogiendo ese tono cuando me miras y me dices todo lo idiota que soy, y te creo, aunque no lo digas en el contexto que yo lo pienso.
He dejado de ser ese niño adorable que soñaba con volar atrapando balones, y que no va a dejar de hacerlo aunque no le dejen.
He dejado de ser héroe, villano, motivador, capitán de mis propios sueños. He dejado de ser sonrisa constante, ilusión exagerada, Pacífico y rubor. He dejado de ser el niño de ensueño, el que no lloraba en mitad de la noche, para ser el aspirante a hombre que no empiece a hacerlo.
¿Lo bonito de todo esto?
Tú.
Única en esto de entenderme, tú me enseñaste que hay primaveras que llegan en otoño; anárquica y soberana a la vez, libertad. Sonrisa. Se que no concuerda mucho esa palabra aquí, pero prometí escribirla cada vez que me acodara de ella. Sé lo que estás pensando -Idiota-, y lo soy mi niña, lo soy.

Sonrisa. Sonrisa. Sonrisa. Sonrisa. Sonrisa. Sonrisa. Sonrisa. Sonrisa. Sonrisa. Sonrisa. Sonrisa. Sonrisa. Sonrisa. Sonrisa.Sonrisa. Sonrisa. Sonrisa.Sonrisa. Sonrisa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario