de un beso inesperado
cuando lo esperas demasiado,
el ruido del tren sobre la vía
poniendo rumbo a no sé dónde
porque solo sé
besar con los ojos cerrados.
Ya no recordaba el tacto del reloj,
dulce y áspero,
sobre un par de labios lentos y enlazados
pero a contratiempo,
con las manecillas riéndose de ambos.
Ya no recordaba el calor de la saliva
refrescándome los versos,
como el lobo que aúlla a la Luna llena
después de haber estado oculta durante el invierno.
Ya no recordaba el olor del lápiz y el cuaderno,
ya no recordaba lo que era sentir fuego y cielo,
volver a casa y escribir un poema,
dormir
pero soñar despierto.
Muy bonito y emotivo. Ayer estuve asistiendo a Literaula y te conocí.
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